LA CULTURA ENRIELADA POR EL CIRCUITO DE LA MERCADOTECNIA


LA CULTURA ENRIELADA POR EL CIRCUITO DE LA MERCADOTECNIA

Se pregona con euforia y sensacionalismo un mundo de abstracciones que sólo un segmento de la sociedad global puede hacer realidad; se pierde el sentido de la totalidad en un proceso de fetichización y en el cual lo explícito, signo e imagen, no tiene de aplicación concreta. El discurso permanece en la abstracción sin traspasar su campo virtual, quimérico, de ilusión; y todo culmina sueños guajiros, deseos reprimidos, frustraciones y anhelos incumplidos. Las expectativas de vida (dinero, viajes, cultura, viandas, etc) que proclama el capitalismo como determinantes colectivos no se cumplen y las motivaciones sociales se truncan y quedan acartonadas por la impostura ideológica de mistificaciones o falsedades. El discurso monológico e inalámbrico «mass media» cumple su función como fenómeno fetichizador, estrategia de ocultamiento e inversión de la realidad. En el proceso de manipulación culturalista se recurre a un lenguaje mitificador, ajeno al entendimiento, y que haga sentir a los tontos que son ilustrados y poseedores del buen gusto. Lenguaje apto para la homogeneización cultural que se reproduce en «imaginario colectivo», es decir, como ilusión que amputa la realidad y domestica la conciencia del receptor. Los conceptos de la publicidad seudocultural responden a un interés de clase, no puede operar en el vacío ideológico. El lenguaje, sistema de representación de signos y expresión del pensamiento, es un determinante de la acción y el pensamiento que lleva implícita una concepción ideológica y una interpretación del mundo. El conocimiento, como un saber expresado por la conciencia, se encuentra cimentado sobre el lenguaje y éste no sólo contiene una significación o fija una representación nominal, se constituye en una fuerza de las palabras que activa la voluntad, violenta el orden, subvierte o mueve la materia.
La agresión cultural ha sido planificada desde el marketing por medio de una publicidad deslumbrante y mecanismos de estandarización cultural para subordinar la relaciones humanas a un poder mediático monopolizado por corporaciones en una avanzada que involucra no sólo intereses comerciales, sino sumisión, dependencia e ignorancia. En el proceso de mediatización cultural los «mass media» desempeñan una función preponderante, son poder y constituyen los soportes elementales del dominio político e ideológico, de la propaganda y el mercadeo. Censuran, tergiversan, controlan, entretienen y venden.


CHATARRA IDOLÁTRICA Y SENSIBILIDAD ADIESTRADA

Hay quienes aducen constantemente que este culo de San Diego llamado Tijuana —a partir de un par de decenios atrás— se engrumece como una especie de capitolio internacional de las artes. Pura labia, burda construcción de objetos meramente conceptuales que carecen de toda certeza lógica y de sobrada zalamería que aplasta la verdad de las cosas.
Y los supuestos «críticos» de la realidad fronteriza ¿qué dicen al respecto? Arambel de palabras. Algunos aquilatan la bambolla como cierta, otros hacen mutis y se vuelven herméticos depositarios del silencio, evitando el flemón para que no los tilden de buhoneros o cobistas. Dominados por el mutismo, éstos acoquinados —no-opinadores— valen lo mismo que los infatuados condongos y choreros que vocinglean —con ridículas u oportunistas pretensiones— la insultante mofeta de que nuestras miserias locales relampaguean como prototipo universal del desarrollo cultural y artístico del planeta.
La «crítica», contentadiza y abúlica, en vez de articular un discurso reflexivo para a refutar esa chaladura y desmentir con argumentos convincentes a la runfla de pelotilleros, se conforma con chipotear frivolidades y farolear a pajecillos culturosos que intentan hacerse parte del canon. La «crítica» apesta a propaganda y no anuncia otra cosa que las ganas de vomitar; sus opiniones encajan maravillosamente como flor del ojal de la tartufería artística y enchiquera como suyas las consignas rutinarias del marketing: sumisión no discusión, aceptación no debate. Y es que solamente se justifica la idea sin ejercicio, pues no el lícito ni decente hacerles la vida de cuadritos a los gargantudos y cacasgrandes.



Y DIVULGOSE EL CAMELO POR LAS COMARCAS DE LA TÍA JUANA


Y ante ese deslumbrante manojo de patrañas aparece la simbiosis como parte del gesto mediático; y en el momento en que los unos y los otros, gandules y achichincles, conjugando mezquindades y aviesos intereses, surge la antinomia, media rota para pierna con várices, que les servirá para dar respaldo a los borbollones de patrañas que lanzan en sus engreídos cacareos.
Antinomia que también sirve para legitimar la llana desvergüenza y la retórica almidonada del la repugnante desmesura con la a este pueblo de mierda se le ensalza como epítome del arte y la cultura.
¿Qué secretos hay detrás de todo ese ruido de sonajas? ¿Reacción emocional por el gusto del tema?, ¿efluvios de un «tout court» idealista?, ¿sueños de tontos que siguen soñando que están despiertos? Usted dirá, lector o lectora. Mientras responde vayamos a inspeccionar algunos rollos de esta sicología pintoresca.
Sin controlar las palabras y su pensamiento, esto es lo que escribe al respecto el señor de nombre Adolfo V. Nodal, y que, además, se atrevió a publicar su redrojo en el «Tijuana Metro», volumen 6, número 43, de fecha agosto-septiembre de 2006, con el ribete «Tijuana cruda»:

«Esta muestra ofrece a un grupo pequeño de catorce hombres y mujeres de la gran selección de artistas visuales que están viviendo y trabajando en Tijuana hoy: es un ejemplo de la energía cruda que esta encendiendo la producción del arte en el México norteño y la California del sur. El trabajo de estos artistas que se esfuerzan en la línea delantera de las líneas fronterizas, que está detonando en un movimiento cultural internacional poderoso que pone un nuevo tejido de influencias e interdependencias de Baja a San Francisco. El hecho que ellos todos son creadores que han puesto sus raíces en y han sido en mucho parte de una escena bulliciosa de arte floreciente de Tijuana que hace a esa ciudad extraordinaria el sitio de una nueva era de globalización de cultura que antes nunca se ha visto» [página 10].

Pero qué ocurrencias de suscitar esos ecos febriles, persecución vana de la gloria. Si Tijuana apenas es una dacha de la juerga cultural en la que abunda la mediocridad intelectual, el talento inflado, la exhibición de intimidades que los corifeos diletantes suponen que es arte.
No por el hecho de ver un gato negro quiere decir que existe la bruja. He allí la malograda información que nos brinda el fulano, muy al tono de un discípulo del Cantinflas, pues redacta su tartajo con una expedita dislexia escritural; además de agredir a la sintaxis y cocinar con una prosa bárbara su camote, el tipo no hace otra cosa que disparar tonterías entre «colapsus linguae». En qué cabeza cabe creer que en este muladar se «está detonando en un movimiento cultural internacional poderoso» y que es un «ejemplo de la energía cruda que está encendiendo la producción del arte en el México norteño» y blablablá?
El tipo hace lo mismo que la gente que vive del oficialismo cultural: puras macanas.
Leamos otro pedazo de su cadena de insensateces:

«…la cultura de Tijuana parece ilimitada y preparada para extender su influencia hacia el norte y hacia el más allá. Este nuevo caballo de fuerza en las artes ha evolucionado al mismo tiempo que Tijuana toma su lugar como uno de los centros culturales bohemios de verdad para los artistas visuales mexicanos y otros intelectuales y pensadores en muchos campos de persecución creativa y puntos similares. Atrayendo pensadores creativos principalmente de San Diego, Los Ángeles y otros puntos del norte y de Europa. Tijuana es también un sifón de talento de México, Centro y Sudamérica que cuela con dirección norte durante las ultimas décadas»
[página 10].

«Sifón de talento». Hijo de su… El tipo no tiene idea de lo que rumia; pertenece a esa clase de individuos que al parecer sufren una atrofia evolutiva en sus mecanismos cerebrales de cognición. Su percepción de la realidad es corta y miope; concepción subjetiva e idealista del mundo inducida por el fetichismo que antepone la mistificación a la verdad histórica y material. Estimulados por una asombrosa ignorancia son incontables los individuos y las individuas que repiten las mismas taras que este gestador de cretinismos fraudulentos. Para ellos la realidad comienza en sus tatemas y no en los avatares de la fenomenología del mundo material.


FACILISMO HUERO E IMPOSTURA ZALAMERA

Lo cierto es que aquí, como en muchas partes, dejan que la cultura se consolide por inercia, mientras los chichos que supuestamente la promueven y la menean se van a jaranear a una tasca. Gracias a ese negocio de propaganda trinquetera que desponja el mentado Adolfo V. Nodal cualquier cabrón llega a convertirse en artista y sus cochinadas pasan por obras de arte. Y prueba de ello es que, de toda la perrada que integra el «grupo pequeño de catorce hombres y mujeres de la gran selección de artistas visuales» que presenta en su redrojo, solamente unos cuantos son dignos de ser considerados verdaderos hacedores de arte, la mayoría de estos estetas, si acaso tienen sensibilidad artística, la tienen embotada, deformada y fetichizada.
Y no hablemos ya de talento porque allí la cosa anda de la chingada. A pesar de que se barbote que son «un ejemplo de la energía cruda que está encendiendo la producción del arte en el México norteño y la California del sur». Robusta taradez. Sin el impulso propagandístico esos pobres infelices no serian más que sombras. Veamos la pasarela que engalana el registro de payasadas que confecciona el Adolfo N. Nodal y que adorna las páginas del revistón sarabiano: Mely Barragán, Tania Candini, Roberto Córdoba-Leyva, Antonio Escalante, Gabriela Escárcega, Charles Glaubitz, Aldo Guerra, Alfredo Gutiérrez, Franco Méndez Calvillo, Julio Orozco, Irma Sofía Poeter, Roberto Rosique, Daniel Ruanova y Ricardo Sanders.
De la primera y el penúltimo, o sea la pareja pictórica Barragán-Ruanova ya me he ocupado de escribir algo en vertederos anteriores. De los demás, como dijo la Juanga, no vale la pena pasarlos por hacha. Son gatos que maúllan a la luz de la misma luna a la que le chilla la parejita en mención.


DESDOBLAMIENTO CHICLOSO Y TRASTORNOS BIPOLARES

Entre los muchos y tantos baladreros que pontifician ese alelamiento cretino y comparación falaz de considerar a Tijuana como una megalópolis de la cultura y de las artes, a más de otras mariguanadas de igual calibre, podemos citar a otro batillo que se esmera en urdir disparates de igual calado que el anterior men. Me refiero al Roberto Rosique, pintor que se pudre de ganas de ser escritor y, en sus ratos en que deja de pastichear monitos y círculos concéntricos, emulando pachorrudamente la metafísica figurativa de Chirico y las fisonomías geométricas del cubismo picassiano, se dedica a redactar colosales margallates que se atreve a publicar en dos tres suplementos y revistas culturales. Este zagalón de la escritura se acomoda entre la bandada de seudoliteratos y se desmadeja exhibiendo un somnoliento texto que se titula «Tijuana: ciudad creativa», y publicado en el fanzín sarabiano «Tijuana Metro», volumen 6, número 43, de fecha agosto-septiembre de 2006. Más esmerado en añadir disparates, decapitando la sindéresis y partiéndole la madre a la prosodia, el Rosique despacha su articulejo reverenciando la misma chuchería, propalada con el objeto de atribuirle a este mingitorio fronterizo una relevancia que no le corresponde, en el sentido de considerarlo como un [epi] centro del arte y la cultura, a la par de ciudades como Berlín, París, Londres o Bruselas.
Estos son algunos referentes y despropósitos que anota el Rosique en su textito faltriquero:

«El evidente progreso del arte bajacaliforniano observado en los últimos años va en concordancia con el acelerado desarrollo social y económico de la región…» [Página 17].

Como el articulejo del bato está plagado de contradicciones e incongruencias, me limitaré únicamente a transcribir un fragmento de inconsistencias antiteoréticas:

«…el surgimiento de proyectos definitorios y controversiales como inSITE, Salón internacional de Estandartes y Tijuana la Tercera Nación, entre otros, que han incrementado el interés por el acontecer cultural de la frontera, y que a pesar de las carencias de espacios culturales, la pobreza de un mercado local ara el artes y la ausencia de una critica especializada para el mismo, entre tantas cosas más, se ha ido conformando, al paso del tiempo, un arte plural, incluyente y ambicioso, congruente al dinamismo social en que se desarrolla» [página 17].

Vaya manera de hacer el recuento de sus ensueños y viajes al paraíso. Cantarle loas a Tijuana porque ya es una «meca» del arte. Bueno sería que yo tuviera el tiempo libre que la vida otorga para ejercer esa talacha de llenar libretas y cuadernos de cuanta mamada y media vengan a la cabeza. Si andan promoviendo la pena de muerte hasta en los libros de textos de escuelas primarias, quienes se arriman al asunto de tales apologías también deberían ser buenos para exhortar al retiro voluntario de ineptos en el terreno de la cultura.


PRAGMATISMO CULTUROSO Y GÜEVONERÍA SEUDO ESTÉTICA

Qué expectante resulta saber que en este tafanario del turismo de a dólar existe «un arte plural, incluyente y ambicioso». Y miren sino: Tijuana está saturada sedicentes de artistas con obras absolutamente inanes, gente burda e ignorante, sin tradición literaria, y que lastra escuetas líneas o pinta cositas sin relevancia, atendiendo más a caprichos, modas e imitaciones que a cualidades estéticas. Concesionarios de una cultura abstracta, libresca, individualista y de casta que solamente alcanzan a concatenar en su existencia nociones acríticas de la realidad, aceptando como principios vitales y valores fundamentales las apetencias que impone la psicología mediática. Da lo mismo dónde se introduzcan las ideas, en el culo o en la conciencia; no hay distingo. Desguangüilada cultura con grávidos síntomas de estupidez, engreimiento y petulancia cretina.
¿Esa es la pluralidad del arte?
Ahora, quienquiera salir de los confines del ninguneo y subir al pedestal de alabastro o, simplemente, que lo acepten en determinada cofradía, que le concedan algún espacio para montar una exposición de pinturas o conseguir que le publiquen un libro, es menester, sino se tiene otra opción, recorrer el camino de lo fecaloso. Y como siempre hay una deuda que saldar y, además, considerado que la dignidad y la ética se han malbaratado, la mendicación requiere debutar de chupapollas, y andar oliendo las erupciones de las nalgas. Y, sin reparar en gastos, el chiripero debe estar en la mejor disposición; en grado tal hasta de cogerse a Dios por el culo. Todo sea por el anhelo de erigirse en un personaje célebre o, por lo menos, comenzar a comer con manteca. Y no importa tanto el talento y camellar como galeote, pues para armarla en estos lares se depende de los apalabres y el pitazo de la recomendación en la elección de ungidos.
¿Eso significa que decir que el arte es incluyente?
El mérito de los artistas y escritores no esta en su profundidad sino en su finalidad. No intentan ofrecer algo más que no sean obritas afectadas con lo más rancio, podrido y vetusto que hay en las academias, escuelas y talleres. En cuanto a los que se jactan de ser escritores, su actividad letrera es pura pedorrera, miserias escriturales revelan en sus textos raquíticos y superficiales. Las poetas, en su mayoría, son unas bobas de notoria incultura, paridoras de vacuidades, más preocupadas por glamur sempiterno que por el talento y la creatividad; viven malviven perdidamente enamoradas de la holganza parasitaria y son adictas duras de la banalidad. Y todavía anuncian que el monte es todo de orégano y que Baja California está rebozando de literatos y pintores chinguetas, pero lo cierto es que estamos casi en trance de muerte. La mediocridad intelectual, el protagonismo de diva, el femeninismo aburguesado y la frivolidad cínica, son lacras que tienen a la literatura al borde de abismo.
¿Eso puede entenderse como arte ambicioso?


HAY VERDADES QUE NO SE PUEDEN ZARANDEAR

Lo que en realidad campea en el ámbito cultural y artístico de Tijuana y poblaciones circunvecinas de la Baja California, además de lo banal, es un provincianismo rascuacho que agobia a la mayoría de los parroquianos culturosos que se dedican a la artisteada y a los asuntos vinculados con la literatura, la pintura y la poesía. Puede que en sus acciones y conciencia sean proclives al cosmopolitismo, pero al final de cuentas se delatan como aldeanos, desenmascarándose la concha de nácar aparece su penuria localista de seres simplones, rústicos, vulgares y pueblerinos que explayan sus vidas en el recogimiento individualista y la cerrazón sicológica en un medio sociocultural, donde solamente algunos pocos tienen derecho a ostentar la membresía del club de literatos, el carnet de capilla de pintores o la cartilla que los legitima como afiliados a determinada ganga de anacoretas del absolutismo ilustrado. Una minoría de privilegiados cada vez mas exigua, entes fantásticos hechos a remiendos, encumbrados en una nube de pedos y rebosando en sus propias heces. Claro que existen las contadísimas excepciones, pues algunos salen más cabrones que los personajes del libro «Los funerales de mama grande». Un ejemplo de esto son los musiqueros del «Colectivo Nortec».
Y aunque muchos renieguen de tal condición telúrica, el ribete solaz y parroquiano lo llevan inserto hasta el tuétano y es patente en cualquier exposición de pintura, festival de literatura, encuentro de escritores o simposio de hacedores de arte; pachangones y mojigangas en los que barbotan a pura flor de piel: el cortejo trepador, la alabanza hipócrita, el halago noño, el galanteo ruin y la insulsa frivolidad. La producción de la literatura fronteriza continúa nadando en sus seis y hundiéndose en los mismos lagos prosopopéyicos; y la lírica agoniza, reproduciéndose con profusión de los mismos y repetidos lugares comunes, con escasa calidad, pero —eso sí— centelleando confusiones babélicas y pasticheramente abortada por amanuenses con más emoción que talento.
La literatura sigue siendo un producto de autoconsumo sostenida sobre una base de quiméricas naderías; las casas editoriales, empresas titiriteras, publican lo impublicable; los gacetilleros culturalones sólo hablan de un autor local cuando éste ya ha sido reconocido por la crítica elogiosa, escrita por comentaristas rastreros y superficiales.


FABULISTAS Y PÁJAROS CILANTREROS

En un abrir y cerrar de ojos, con semejante postulado de la «sofistería» literaria, quieren convertir lo mostrenco en cosmopolita. Podría considerarse como una ocurrencia romántica sino fuera porque mamadas como esas son elevadas a teorías axiológicas y alienan más a la borregada que termina seducida, creyendo en esos panchos. No es solamente el resultado de un frenesí idealista como el de aquella ficticia «Ciudad de Dios» que ideó el indiscreto africano que usaba solamente una sandalia, la izquierda. Es utilería lingüística empotrada como propaganda mediatizadora para vender, embaucar, atolondrar, manipular, ofuscar y castrar la tesitura lógica de la conciencia. Y cada quien está en su derecho descreer en esa invención de mercenarios del arte, pedante bobería que —por estupidez, ingenuidad o conveniencia— un buen carajal de fabulistas, farsantes metidos a trabajadores de la cultura y demás pájaros cilantreros, rematan con petulancia en pápiro y telera.


TIJUANA ES UN NOMBRE BIEN «KITCH»

¿A qué obedece tanta bazofia lingüística?, ¿porqué exaltan un cúmulo de virtudes y peripecias artísticas como si cayeran del cielo por toneladas? El negocio es falcar glosas extravagantes, maquillar las cosas simples y directas, y difundir mafufadas inverosímiles para darse tartarín. Y quienes se suman a la balaca de jugarla como promotores de este tipo de farolerías y gazpachos insensatos son bastantes y muchos.
Qué se puede hacer ante esta clase de fabulaciones que se pregonan como el «desiderátum» de una verdad histórica, siendo, desde luego, todo lo contrario. Una artimaña hipócrita para imponer de manera conmovedora y convenenciera los mecanismos de la especulación comercial del arte contemporáneo, bajo las directrices del «mainstream» y los postulados del libre comercio en la cultura. Audacia de mercaderes que, por razones de rentabilidad pecuniaria, incursionan en el escenario de las artes. Si el presidente de México se atreve a presentarse en congresos del idioma español hablando en pochoñol, y desconociendo quién fue Borges, no veo porqué estos pelanduscas y reverberos de la vaciedad burocrática no puedan manifestar su cretinismo peregrino desde los oscuros sótanos de la trivialidad, la frivolidad y la ignorancia que anidan sus pragmáticos y chocomileros cerebros. La mayor parte del ambiente cultural y de la actividad estética que prevalece en Baja California equivale a una letrina de panboleros, regenteada por bribones calabobos; una oquedad de la cual solamente salen chasquidos de mediocridades y de vocecitas marrulleras, miméticas y acartonadas, condenadas a la simplificación y al ornamento bobo.


MALANDRINES SEUDOLITERARIOS Y CHANGARROS BUENOS PARA NADA


Por otra parte, las instituciones que deberían promover con eficacia y decencia las actividades culturales, no aciertan en sus fines y propósitos, son nichos atestados de mamarrachos parásitos, mamones oropelescos y de ineptos que han extraviado la testa. El «Centro de Artes Escénicas del Noroeste» y la «Escuela de Artes» de la UABC, que pretenden erigirse como los máximos representantes de las manifestaciones teatrales y artísticas de la localidad, son simples tabucos milongueros más cercanos de semejar a inmundos garitoS que a instituciones formadoras de teatreros.
El primer changarro lo padroteaba el Daniel Serrano, trapichero que terminó por desprestigiarlo con sus chambonadas; y, el segundo, no pasa de ser una macanche institución buena para nada, piloteado por un malandrín seudoliterario de nombre Sergio Rommel Alfonso Guzmán, compinche del Ángel Norzagaray y del Daniel Serrano y que, además, la juega de «crítico literario» (es decir, de adulador de mentecateces) en la gacetilla sicologista «Bitácora».
Por lo que toca al «Centro Cultural Tijuana» (CECUT), ni falta que hace descorrer sus velos; sus funciones y facultades están comprimidas en una nefasta política segregadora, elitista, blofera y parasitaria. El CECUT es un infecundo organismo público que se desentiende de sus fines que únicamente hace ruido, y, a duras penas presta ayuda a los artistas independientes. Si tiene existencia es solamente para que no se diga que carece de domicilio. Los principales distintivos que ostentan sus —dizque— promotores culturales son la indiferencia, sumergimiento en la mayor pereza del mundo y empeñarse cada día en no hacer nada. Instituciones en las que no falta la cuquería de arrimarse a mamarle la polla a los que parten el queso y sobran los tristes aldabonazos de un silencio que se comprime entre oportunistas conversos, esnobistas de palabrería confusa y faramalleros meta poéticos sin formación epistemológica alguna.
Bochornosa asimetría del subdesarrollo en la primera ciudad de América Latina que recibió los estertores de la globalización. Violencia, sexo, alcohol, droga, tráfico ilegal, polleros, jotos, pirujas y tecatos son ingredientes del cañamazo de una obra artística. Tijuana es un nombre bien «kitch».

PERSONAJES SUPRASENSIBLES A LA MANERA DE SAN LUIS

Enchaquetados en la quietud narcisista, la sublimación de la frustraciones neuróticas y las apasionadas abstracciones fermentadas en su alucinado mundo clasemediero y de anemia intelectual toda una parvada de acholes —mamertos pomposos, charlatanes del verbo, paridoras de patrañas, fingidoras de orgasmos estéticos, maestras de la doble marometa, pendejos optimistas, cagadores de incongruencias, mezquinos poetatros, acaparadores de premios, seudoliteratos de cerebros resecos, farsantes de la artisteada, drenadores de caridad pública, adictos a la güevonería, poetas de fibracel e ideólogos de plastilina— intentan transformarse en personajes suprasensibles y masturbadores de una cultura falsa, pero a la manera de San Luis que, según se cuenta en el libro del monje Eustaquio, cuando oía que un hombre soltaba estrepitosos pedos, entonces San Luis comenzaba a llorar y sólo conseguía calmarse rezando. Pues, estos melindrosos solamente aceptan el encomio y la lisonja, pero chillan y maldicen, con ecos de vocecillas aputadas, cuando los critican o les dedican increpadora talacha. A las efebas que ya se creen una poetazas, la crítica les provoca una especie de conmoción orgánica: se les hincha la pepa como anillo de Saturno y hasta les brotan ampollas alrededor del clítoris. Toda esa bola de libertinas insufladas de vanidad rastacuera se trauman y se amedrentan cuando les dicen que lo que escriben son cursilerías y delirios anacrónicos. Son renuentes a aceptar que su candor cultural y estético apenas gatea y lleva pañales. Pero, no obstante, son obcecadas y se niegan a aceptar que viven en condiciones larvarias.


VULGAR TUPÉ Y UFANA GARLA

La acumulación estética de esta hornacina norfronteriza se integra por una vianda, más o menos gorda, de escritores, poetas, pintores, periodistas y hasta promotores culturales, tanto de la iniciativa privada como del oficialismo institucional, que, a decir verdad, de tal repertorio son escasas las calaveras dignas de un encomio o reconocimiento que rebase las adulaciones rastreras y los untadillos en la epidermis. Lo malo es que los mentirosos se sienten los depositarios de una verdad formal.
Tremebundos pancheros y confeccionadores de ditirambos vacuos, escorzados en cábulas convencieras, sustentan el vulgar tupé y la ufana garla de que Tijuana es una «meca» o «epicentro» del desarrollo artístico y cultural. Sus pachorrudos paradigmas, a parte de que no resisten un análisis serio, constituyen una garrulería propia para cilindrear mentecatos o encaramar a trepadores. Trafagante y choricero, el Antonio Navalón infunde este tipo de marañas:

«Tijuana lleva muchos años produciendo fenómenos autónomos de expresión plástica, instalaciones, música (sic). Tijuana es la ciudad que abraza a todos, es un ejemplo de vida que la ha hecho un grito creativo, sino que además a través de la cultura ha encontrado la manera de superar las fronteras, de los orígenes, de las razas, de los idiomas, para convertirse en el símbolo del entendimiento de esa Tercera Nación que solamente es posible a partir de la igualdad, la vitalidad y la capacidad creadora».

Baldón o sambenito de aquello que no es y que, a todos tiros, quieren que sea. Gracias a sus deslenguados oficios pretenden magnificar las minucias y reivindicar lo que no existe. ¿Cómo les interesa la cuestión culturosa y estética?; ¿les interesa como pedigrí, como espectáculo o como vendimia? Veamos que nos dice el señor Navalón al respecto:

«Para nosotros, La Tercera Nación es un concepto ideal donde a través del arte y del pensamiento se entiende la gente, no tiene ninguna implicación política. Sí lo tiene desde el punto de vista creativo. Creo que uno de los elementos que ha salvado a Tijuana de su propia tradición y de los riesgos que ha tenido ha sido esa personalidad artística»

Panoplia de suposiciones las mías; y ruin discurso escolástico sería añadirle pucheros a los hechos. Así que el asunto de la «Tercera nación» ¿no tiene ninguna implicación política? Entonces ¿para qué le metieron casi dos millones de dólares a ese «proyecto multicultural?, ¿nomás «para mostrar, a través de las artes plásticas, el cine, la literatura y la música, la vitalidad creativa en la frontera entre México y Estados Unidos»? Ni madres. El proyecto de la «Tercera nación» es parte de una escalada comercial que han armado dos poderosos consorcios de las telecomunicaciones, los grupos Prisa y Televisa, y cuyo maridaje tiene como propósito controlar el mercado hispano de los multimedia en los Estados Unidos.
En un artículo de fecha 1 de marzo de 2005, publicado en «El Universal Online, México», el analista político Ramón Cota Meza saca a flote el macanche:

«El nombre de Navalón empezó a sonar en México como representante de Prisa en relación con la producción de películas del nuevo cine mexicano y su promoción y distribución en Estados Unidos junto con Televisa. Ambos grupos promueven el Festival de Cine Latino en Nueva York. Prisa compró en México la cadena radiofónica Radiópolis (cobertura de 90% del territorio nacional), controla los premios Alfaguara (novela) y Ortega y Gasset (ensayo), entre otros, y ejerce influencia en la asignación de prestigio intelectual y artístico. • El objetivo de la alianza Prisa-Televisa es controlar el mercado de medios de comunicación hispanos en Estados Unidos. Sus blancos son las cadenas de televisión Univisión y Telemundo. No las han comprado porque no han podido llegarles al precio. Prisa produce contenido para Univisión (la serie Al filo de la ley, historias de heroicos abogados defensores de migrantes, la cual ganó un premio en 2004) y trabaja para producir contenido radiofónico. Como táctica de presión, Televisa ha prohibido a sus actores aparecer en programas de Univisión. • Este es el contexto de La tercera nación de Prisa, Navalón y Televisa. Es una empresa estrictamente comercial vestida de cultural. El proyecto fue inaugurado por Fox en Tijuana hace un año. Navalón declara que no tiene objetivos políticos, pero ambiciona extenderlo a una franja de 300 kilómetros al norte y sur de toda la línea fronteriza. Está reclutando artistas, intelectuales y políticos para generar consenso. • La justificación del proyecto abunda en pretensiones culturalistas: que tiene por objeto una franja con "identidad propia" donde convergen "identidades múltiples", etcétera, pero todo lo que se dice sobre Tijuana como lugar cultural de excepción es invención pura. Ciertamente hay ahí muchos artistas plásticos, pero la causa es la misma que en todos los lugares turísticos del país: la expectativa de vender obra a turistas. Con el tiempo los artistas decidieron dedicarse a tareas más estables (dar clases de artes plásticas), lo que aumentó el número de creadores. • El proyecto La tercera nación aprovecha la retórica cultural y acarrea artistas para legitimar fines comerciales ¿Por qué tolerar e incluso apoyar políticamente las acciones de un aventurero foráneo que pretende darnos lecciones de "identidad"?» [El Universal Online, México].

Es en el ámbito superestructural donde se instalan las formas de control y las estrategias de maniobra que sirven para monopolizar la expresión de las ideas y los productos de la cultura. Esquemas de dominio cultural que impone principios mistificadores y falsos valores que difunden sus apologetas y maestros del doble juego que han abdicado de toda dignidad. Se trata de mover la mentira y la verdad como mejor convenga en este mundanal de basura efímera. Y el discurso encubre una serie de relaciones de dominio que se repiten engañosamente y que aparentan una evolución gracias el simple cambio de nomenclatura.

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